Rafael Lasso
de la Vega nace en Sevilla, el 28 de febrero de 1890, participa desde muy joven de la bohemia
madrileña de principios de siglo. Su figura llena de
pintorescas anécdotas las memorias de Cansinos y de
González-Ruano. Es por entonces uno de los poetas menores
del modernismo, que unas veces se inclina hacia su lado más
simbolista y otras hacia el más decorativo. Esa primera
etapa está recogida en sus dos primeros libros y en
numerosos poemas dispersos por algunas de las revistas más
populares de la época, como Blanco y Negro y La
Esfera. Rimas de silencio y de soledad, apareció
en Madrid, en 1910, dedicado “a la memoria del
divino Gustavo Adolfo Bécquer”. A partir de 1919 se convierte en uno de los adalides
de la vanguardia, colaborando con frecuencia en la revista
Ultra. Tristan Tzara lo incluyó en 1920 en la lista
de los «présidents Dada», junto a
Cansinos. Huidobro y Guillermo de Torre. Esa abundante
colaboración queda dispersa en las revistas de vanguardia
-no sólo españolas, también francesas como
Le Libre Essor
o La Vie des
Lettres- hasta que Juan Manuel Bonet incluye buena parte de
ellas en su monumental edición de Poesía. Es
también Bonet quien ha puesto de relieve la
mixtificación bibliográfica que Lasso lleva a cabo a
partir de 1936, con la publicación de la antología
Pasaje de la poesía, que supuestamente
recogería poemas escritos entre 1911 y 1927. En 1936 la vida
bohemia de Lasso de la Vega ya ha quedado atrás. Se ha
casado con la pianista Florine Baer, ha cambiado su apariencia
física y ha hecho realidad sus aspiraciones
aristocráticas: firma Pasaje de la poesía
como «Marqués de Villanova», título que
ya antes había utilizado esporádicamente. A partir de
entonces vivirá en Italia y en París hasta su
tardío regreso a España, donde morirá el 23 de diciembre de 1959.
Sus libros serán fundamentalmente lujosas autoediciones
destinadas a presentarle como un abanderado de la vanguardia
española. Para ello no tendrá inconveniente en
falsificar las fechas e incluso falsificar materialmente, en los
años cuarenta, una primera edición de 1916. En el
prólogo a la traducción italiana de
Prestigios, aparecida en 1944. Anna Bonetti
escribió: «A Villanova se le debe
toda la poesía moderna española y no se puede negar
que él solo ha abierto la puerta a los
renovadores».
Cuando ya nos
importan poco esas viejas polémicas vanguardistas sobre
quién fue el primero en esta o aquella novedad
tipográfica (Huidobro tenía idéntica
obsesión y también cedió a la
falsificación bibliográfica), la poesía de
Lasso de la Vega se nos presenta como una de las más
variadas, significativas y misteriosas de su tiempo.
De la
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
http://www.cervantesvirtual.com
Momentos
tristes de mi soledad,
momentos
tristes de mi corazón,
cuando
lloraba, lleno de ansiedad,
al morir de
mi última ilusión…
¡Cómo os
recuerdo con el alma, amores
que en el
silencio se os miró nacer!
¡El puro
amor hacia las puras flores
a la hora
lenta del atardecer!
Mi amor
sublime hacia la estatua bella,
blanca en el
fondo del jardín florido;
mi amor
lejano hacia la fuente, aquella
que dice un
grave madrigal dormido;
mi amor
distante hacia la tenue estrella…
—¡Cosas
perennes que decís olvido!
Una tristeza
presagió la aurora
para la
tarde de su mismo día…
¡Una
tristeza presagió la mía,
y es esta
misma que se cumple ahora!
Canción
Me vi en
medio de un camino
solo con la
soledad.
Si era larga
mi jornada,
más me
quedaba que andar.
Mal de amor
era motivo
de mi bien y
de mi mal;
¡sólo los
sueños del alma
se me
tornaban verdad!
Llevaba sed…
¡Aún la llevo,
y siempre la
he de llevar!
¡La sed que
sienten mis labios
la tierra la
secará!
¡Ay, alientos
del amor
que dicen de
eternidad!
¡Ay, sed del
alma, que sólo
la muerte
puede secar!...
El corazón
dióme fuerzas
—las mismas
que ahora me da—
¡que a quien
no apaga su fuego,
las fuerzas
le bastarán!
—¿Quién
puede decir no llego
adonde hay
que llegar?
—¡Ay,
alientos del ame
en el
sendero fatal!
¡Sed de los
labios del alma
que es
necesario saciar!
¡Ay, luz en
el corazón,
mala
estrella, adversidad
de este
sendero, sobrado
para reír y
llorar!
¡Sendero que
hay que seguir
desde el
principio al final,
y que una
vez que se empieza
nunca se
vuelve a empezar!
¡Oh enigma
de la casa vieja y abandonada
que hallé
una tarde triste al borde de un camino!
Estaba en el
secreto de la puerta entornada
todo el
encanto, toda la clave del Destino.
Como una
pobre alondra dormía desolada
al blanco de
las lluvias y del cierzo aquilino.
¡En la
llanura estéril, monótona, cansada,
muy
solitariamente se levantaba un pino!
Temblando
abrí la puerta y penetré… Tenía
aquella
vieja estancia arruinada y vacía
una ausencia
añorante y un ambiente de hechizo…
La
recorrí…—¡Oh enigma de la casa desierta!
¿Por qué
podemos todos abrir tu extraña puerta
y recorrerte
toda sin demandar permiso?
La Elisa
EL ESPÍA
El cielo estaba azul y limpio el horizonte.
—¿Quién es
el que me sigue andando en el camino?
-El sol se
oscurecía detrás del alto monte…
Yo
interrogué a la tarde triste por mi Destino.
—¿Qué
espíritu a mi lado me persigue y me nombra?
—¡Oh,
misterio inaudito! —¡Soledad, séme buena!../
Una luz me
acompaña; junto a mí va mi sombra,
y mascullo
un manjar delicioso: ¡mi pena!
Alguien me
va acechando. La palabra del viento,
¿qué me dice
al oído? —Yo me he visto un momento
en mí mismo…
¡Oh terror! —La tarde se ponía…
¡En todo
encuentro un algo de amor y de misterio!
—¡Alma,
dime, si sabes mi loco cautiverio,
quién me
sigue a distancia y celoso me espía!
1906
Recuerdo
Yo era un niño que miraba la aurora
Yo era un niño que miraba la aurora
al borde de
la vida con mi melancolía;
¡tú eras una
violeta… y entonces, como ahora,
con todos
los impulsos de mi alma te quería!
En secreto
mi pecho su amargura velaba
y era un
éxtasis mudo mi celeste consuelo;
¡encantado
vivía del amor que llevaba,
y mi amor en
mi vida era un trozo del cielo!
Las alondras
cantaban al triunfo del día;
era el cielo
un prodigio en la dulce mañana,
y, una a
una, las rosas de mi pobre alegría
deshojada en
el llanto de mi pena temprana.
Tu recuerdo
en mi alma tenía la pureza
de un
paisaje copiado sobre el agua dormida,
y al soñar
con tu nombre, pensaba con tristeza
que sin ti
me faltaba lo mejor de la vida.
De madrugada
iba al jardín, cuando era
el tiempo de
los nidos y el tiempo de las flores;
no sé lo que
decía en mí la primavera,
pero sé que
en mi alma hubo un eco de amores.
Yo nunca me
atrevía a mirarte de frente;
mi emoción
se exaltaba en dulce desconcierto,
y, ante ti,
era todo mi amor como una fuente
helada, en
que se rompe un sol brumoso y yerto.
Todo me
hablaba, en frases de amor y de cariño,
de ti,
cuando penaba porque no te veía.
¡Soñaba
tantas cosas…! Yo era entonces un niño…
¡Con toda mi
alma muda te amaba y te quería!
1906
LA NOCHE
Vendrá la
noche silenciosa y triste;
habrá en mi
corazón un dulce sueño;
todo estará
sumido en la penumbra
y a solas
gozaré de tu recuerdo.
—Me hundo en
la noche mientras ella duerme.
La luna dice
su encantado cuento;
todo reposa
silencioso y mudo;
¡sólo se
escucha suspirar mi pecho! —
Mi oscura
habitación será una sombra,
y en el
cristal luciente del espejo
se posarán
los besos de la luna
en una
claridad que es de silencio.
Vendrán las
horas y se irán las horas;
mudas y
graves, en desfile lento,
irán pasando
por la esfera blanca
mientras se
mece acompasado el péndulo…
Y en tanto
que mi pecho se consume,
ella, tranquila,
dormirá en su lecho.
Yo, inmóvil,
asomado a mi ventana,
pareceré en
la sombra que estoy muerto.
Tus ojos
están llenos de eternidad profunda.
Estremecen
de amor y besan cuando miran.
Tus ojos
constelados de puntos luminosos
como el azul
nocturno de estrellas infinitas!
¡Arde el amor
fecundo en tu mirada, el fuego
que dora los
trigales y vence con la vida!
La llama
inextinguible de un sol antiguo, eterno,
que hace tu
corazón fragante, ¡hoguera viva!
Hablan por
ti los siglos que ardieron en amor.
En tu alma
se renuevan las fuerzas abolidas.
La antorcha
innumerable, eterna en su apogeo,
brilla en tu
juventud hermana de la mía.
¡Mi juventud
ahora, en toda plenitud!
LLUVIA
La lluvia
tiende sus cortinas
grises,
tristes, luctuosas…
¡Lágrimas
vespertinas
que deshojan
las rosas!
Las
tristezas otoñales,
¡cómo entran
en el alma! Llueve el cielo
con finas
lágrimas letales.
Lloran sus
rosas los rosales
tácitamente,
sin consuelo.
Delicadeza…
Dulces males…
Hojas
mojadas en el suelo
sobre el
verdín de los viales.
Fina
arboleda idealizada
bajo un
sopor de llanto inmenso,
como al
través de un cendal denso..-.
Una humareda
aletargada,
nube que
sueña, triste y quieta.
Troncos de
color violeta
entre la
fina lluvia callada.
Las estatuas
de la glorieta
tienen frío…
La fuente está mojada…
El agua se
estremece como inquieta
mariposa
argentada.
Bajo la
lluvia todo expresa
un dolor
mudo, interminable…
El cielo
gris llorando besa
la tierra
triste y lamentable.
La bruma
informe y lenta, vaga
y hace
confusos giros, lejos.
La tarde,
pobremente, se apaga,
sin oros ni
reflejos.
Hoy no hubo
sol. Monotonía
desoladora.
El cielo se oscurece
como una
brasa que se enfría.
¡Oh, qué
tristeza! Avanza y crece
el gran
misterio. El alma mía
llora
angustiada bajo el cielo.
Y entre la
lluvia se va el día
como
llorando sin consuelo.
DESFILE
La ciudad
está loca.
Su Majestad
el Carnaval deambula.
Salta sobre
los adoquines
la
muchedumbre gárrula y barroca.
La mascarada
gesticula
con su
disfraz, hace mohines
y absurdas
piruetas.
No habla
verdad ninguna boca
bajo la
inquietud de las caretas.
Está loca,
está loca
la ciudad…
Ebria y
vesánica, delira.
Tras el
disfraz de la mentira,
oh, cómo
salta la verdad!
Pasa la
aglomeración cinemática,
descarada e
hilarizante,
con algo de
pantomima acrobática,
de satanismo
bufo y de inebria danzante.
Pasa la
turba de arlequines,
scaramuches,
turlepines
rebates y
pantalones,
en un
vértigo de confetis, serpentinas,
gritos,
risas y canciones,
entre
comparsas y estudiantinas.
En el
desorden, —norma de la mascarada—,
van don
Crisel y Corcoveco;
va
Colombina, cada vez más empecatada,
vestida de
fina seda;
y va también
Pierrot, tan pálido y tan seco
desde la última
madrugada.
Y todos de
las manos, danzan haciendo rueda.
Lenta la
noche se aproxima.
La tarde
muere acompasada.
Tornan de la
parada
los
carruajes de la pantomima,
las carrozas
de la comparsa,
por la gran
avenida donde bulle la farsa.
De pronto
Corcoveco, —que es doctor
en juris y
en prudencia—,
ve a su
novia del brazo de un amor,
—el último—,
un doncel de arrogante presencia.
Parapetado
tras los carruajes,
el doctor
apostrofa
a la pareja,
que se mofa
haciendo
cuernos y visajes.
Por fin, lo
atrapan el doncel y la amiga;
y le dan tal
molienda de palos, que le obliga
a pasar la
Cuaresma entre vendajes.
ATARDECER DE
PRIMAVERA
La tarde
rosa languidece
sobre los
bulevares amplios y bulliciosos.
Poco a poco,
la sombra del crepúsculo crece,
y se van
encendiendo los focos luminosos
entre las
ramas florecidas
de las
verdes acacias. Es la hora sonora,
risueña a
nuestras vidas.
Primavera
sonríe con brisa halagadora.
Y la ciudad,
iluminada,
como una
nueva aurora
vence al
cielo tranquilo de la tarde violeta
con su
primer lucero, y a la luna rosada
de abril que
nadie mira, —nadie más que el poeta.
La vida
cotidiana se hace brillante ahora;
se
transfigura todo… Inundan las aceras
las
multitudes pasajeras;
están los
espectáculos dispuestos;
se animan
las terrazas de los cafés; se encienden
todas las
luces, y hacen gestos
de color,
los anuncios luminosos. Propenden
los ánimos
al goce nocturno, ya depuestos
los tráfagos
diarios.
En tanto, el
cielo azul sueña con sus luceros…
Y allá
lejos, a oscuras, tras las verjas cerrad;
con sus
lagos, sus fuentes, sus olmos centenarios
y sus
blancas estatuas en los mudos senderos,
se quedan en
la noche los parques solitarios
bajo la luna
y los luceros.
FLORACIONES
ESPIRITUALES
Mi corazón
está maduro
y, por lo
tanto, pleno de belleza.
Tal un fruto
en sazón,
exuberante,
puro
y dulce bajo
la corteza
roja, como
su sangre, roja
como el sol
y como el fuego.
¡Ah! Es
hermoso tener un corazón,
maduro ya
por la congoja
de la vida y
el placer ciego;
un corazón,
tesoro
de amor, de
luz y ciencia,
que de toda
inmundicia se despoja
y ama el
sueño de oro
que alumbra
y purifica; un corazón
dócil
siempre a la emoción
más intensa,
blando al ruego
y pronto a
la pasión,
y que en sí
mismo aislarse sabe,
como bajo el
ala un ave,
para la
meditación…
Las
estrellas lejanas
siempre
encantaron mi vida,
y fue su luz
desconocida
la aurora de
mis mañanas.
¡Claridad de
las altas estrellas!
¡Nostálgicos
sentimientos!...
Mis
ilusiones siempre bellas
y mis más
hondos pensamientos
fueron
estrellas lejanas.
Frente al
jardín abiertas
están
siempre las puertas
de mis
floridas ventanas
para mirar
hacia los cielos.
Y en la paz
de las noches inefables,
nubes
blancas, lunas bellas
y emocionadas
estrellas,
ver navegar
mis anhelos
como
sonrisas hacia ellas.
¡Oh,
excelsitudes de mis vuelos!
Claridad de
lejanas estrellas…
*
* *
¿El alma
tiene luz de luna?
¿Serenidad
azul de firmamento
nocturno, y
claridad de estrellas?...
El alma
tiene una
serenidad y
un sentimiento
de
melodiosas querellas
y blancas
alegrías.
Tiene un
presentimiento
y una
nostalgia … Y tiene lejanías.
¿Y luz de
luna?... Sí;
¡como cuando
la luna
en el gran
conticinio de la noche, reposa
tan bella y
silenciosa
—más que
ninguna
otra celeste
diosa—
¡entre las
blancas nubes, casi humana!
Tal una
ausente hermana
menor,
candorosa y pura,
vestida de
blanco toda,
como para
una boda
extraterrestre.
¡Oh tácita criatura!
¡Oh
expresión
de la más
alta soledad!
¡Tiene tu
corazón mi corazón
Tan lejos
todavía!...
Flor
virginal, criatura hermosa
llena de
encanto femenino,
—mas sin
sexo—. El alma mía,
;sí, luna
candorosa,
tiene tu
resplandor divino
¡el alma mía
silenciosa!
Yo soy el que comprende, el que adora y suspira.
Toda la primavera canta en mi corazón.
Siento con la armonía de la tierra que gira
y en el azul del cielo con la constelación.
Voy sobre los abismos, bajo el cielo, en Pegaso
volando, atento al ritmo de mi música interna;
y las formas se ofrecen, sagradas a mi paso,
con la expresión cendrada de su belleza eterna.
Porque todo en el mundo es bello eternamente,
y cada instante tiene su inefable emoción.
Canto con las estrellas, suspiro con la fuente
y sueño con la luna la célebre visión.
¡Oh, celeste visión del alma mía pura,
y de mi corazón, que sueña, iluminado
por el amor divino, por la eterna hermosura,
ante el tiempo infinito y el más allá ignorado!
Admiro la belleza del mundo… la alegría
profunda de las cosas, y el profundo dolor…
Sobre mi pecho alienta la divina armonía
como brisa que pasa y estremece la flor.
Un sol eterno y puro me alumbra noche y día…
¡Porque en mi corazón está el amor!
1919.
RECUERDOS
(J’écoute au
fond du coeur des échos de l’enfance!)
Oigo en mi
corazón ecos infantiles.
Vienen de
aquellas sendas distantes, solitarias,
bajo la
tarde alegre, perfumada de mirto.
Olor de
jardín recién regado. ¡Qué gentiles
los geráneos
de diversos colores!
Los árboles
tenías transparencias acuarias.
Mi hermana
alegraba las flores
con su
pequeña regadera;
reían los
pétalos y las hojas verdes
bajo la
lluvia fina que vertía su mano.
Cuando
refrescaban las tardes del estío
íbamos al
paseo. ¡Qué júbilo de fiestas
sentía el
pecho mío!
Los parques
suntuosos y bellos
con sus
misteriosas florestas;
cabelleras
celestes con dorados destellos.
La glorieta
con estatuas de mármol;
el kiosko
cerrado en la isla del estanque.
Emoción
infinita de la fuente
y el salto
en éxtasis del surtidor.
Después en
el puerto, eran los navíos
casas
maravillosas
ancladas a
la orilla del río.
Mi gato
negro era un emperador.
Y de noche,
la luna nítida y redonda,
la azucena
más blanca del jardín,
hermana de
los cisnes olvidados,
solos entre
las sombras de los parques cerrados.
Mis ojos
veían en todas las cosas
las imágenes
vivas de un mundo anterior.
Fragancias
de viajes por países remotos.
Mástiles
empavesados en las radas azules.
Caracolas
marinas, cerámicas exóticas,
frondosas
islas vírgenes, enormes estuarios.
El alma de
mis antepasados,
nautas
intrépidos, consultores de estrellas,
despertaba
en la mía vagas reminiscencias.
Y asomado al
balcón, en las tardes tranquilas,
bajo el
cielo impoluto, transparente nostalgia,
evocaba los
mares lejanos y sin fin.
Pero, sobre
todo, durante la noche, en el silencio,
la luna
llena sobre los tejados,
la gran
luna, decíame cosas evocativas
cuyo sentido
extraño aún influye en mi vida
como un
enigma blanco tendido sobre mí.
HORA
Esta hora
viene suspendida del pico de un cuervo.
Sala de las
nubes que la luna entreabre como cavernas heladas y desiertas.
Gira
alrededor de las veletas rechinantes y agota como el viento las oscuras
chimeneas.
Rebota en
las campanas de las torres lejanas.
Se precipita
verticalmente en el silencio sobre los patíos, las calles, las sombras.
Busca todos
los intersticios, llena todas las oquedades.
Rueda por
los aleros que gotean como el cló cló después de la lluvia.
Y se diluye
en el lago de la ciudad.
CONJUNCIÓN
ABISMO
La esquina
solitaria otras veces
nadie había
visto atención clínica de urgencia
se necesitan
aprendizas
la
puertecilla de cristales de colores con luz dentro gira sola
y el farol
rojo ante los anuncios pegados a la pared
En el gran
silencio de mil orejas y en la soledad reducida
que mira
estrechamente desde un millón de ojos
abierto toda
la noche
se llama el
paravant y es sabido
cosas
misteriosas habrán pasado por aquí
horribles
sombras, palabras en la oscuridad, pasos incertidumbres,
y tal vez
nada a la luz de los reverberos de un diente
porque la
noche se desploma desde los desvanes allá arriba
entre las
chimeneas que se pasean en grupos
cogidas de
las manos con sus sombreros de copa
llevan todas
las llaves todas las campanillas todas las ventanas
y el viejo
pequeño bar de la callejuela sonámbula
las
fanfarrias de otras horas risueñas
y el siglo
pasado
también los
licores y las casas de vencindad y los music-halls
las puertas
traseras de los teatros y el maquillage
todo de aquí
a un momento no es prudente
lámpara
discreta en el interior curiosidad
paraguas
mojado señoras y señores bien entendido
a mano
derecha, señorita mecanógrafa
peluquería,
imprenta hace bastante frío
las piezas
del ajedrez ahora
suena ció
ció el canalón de diciembre
conversación
ocurrencias el humo de la pipa
o el piano
mecánico a estas horas con todas las revistas
y un bello
rostro conocido hasta el día siguiente
UNIVERSOS
Yo amo los
cantos que llevan dentro
aire, agua,
tierra y fuego,
los cantos
que son claros, ligeros y diáfanos,
vivientes
como mundos lanzados al azul,
con algo de
magia y de prodigio,
cual pompas
de jabón que no se rompen.
Yo canto
para que dancen bajo el cielo
los que
vendrán un día.
El mundo no
envejece, se renueva,
se hace más
puro, más ágil y sincero,
y el
porvenir es siempre joven.
La vida es
voluntad alegre y bella,
y el arte el
juego más sublime de los juegos.
Las visiones
del mundo son profundas
en las aguas
más hondas y tranquilas,
pero vuestra
mirada ha de ser pura.
Malditos son
los que producen
el lodo de
las aguas removidas.
La esfera de
cristal concentra el orbe en iris,
y es ella
misma un orbe sutil y transparente.
NOCTURNO
A Ad. De
Falgairolle
Los jardines
de la noche
lucen de
fiestas y galas.
Qué cielo de
serpentinas!
Qué
luminosas guirnaldas!
Qué
arboledas de teatro
bajo las
luces nevadas!
Qué
carruseles de espejos
allá por
alturas claras!
Las
admirables estrellas
muy gentiles
y enjoyadas,
visten sus
trajes más ricos,
sonríen,
suspiran, hablan.
Con abanicos
de plumas
divinamente
escotadas
están en
palcos azules
abanicando
su nácar.
Miran tras
los varillajes,
se apoyan en
las barandas
y oyen de
claros silencios
las
musicales fragancias.
Abajo
misterio y sombra.
Negras
tierras solitarias.
La honda
calma del estío
templa su
rostro en el agua.
Hacia
espesores de campo
sendas
medrosas avanzan
y del canto
de los grillos
la oscuridad
se abrillanta.
Doñana, 1915
ENIGMAS
A Fernando
Villalón, conde de Miraflores
El tiempo
que no ha pasado
La ventana
que se abre de pronto
La lámpara
que aumenta su brillo
El perro
aullando en la noche
La llave que
se ha perdido
El espejo
que no estaba roto
La novia que
llora sin motivo
El gato
negro que se entró en casa
El vaso que
se rompe solo
Los muebles
que hacen ruido
La puerta
siempre cerrada
El cuadro
torcido en la pared
Los tacones
que andan en el tejado
El reloj
sonando otras horas
El hombre
que vuelve a entrar
El desconocido
que siempre encontramos
La voz del
que no se ve
El can que
nos sigue por la acera
El ausente a
quien recordamos
y no tarda
en aparecer
1916
CALLE DE LOS
ANGELES (Sevilla)
Todo sonaba
en aquel jardinillo
como dentro
de un pozo verde y hondo
Las campanas
de la Giralda
depositaban
sus sonidos
entre las
enredaderas del fondo
La fuente de
azulejos adosada en el muro
manaba al
pie de una hornacina
con la
figura de un Tritón a cuyas piernas
se enroscaba
la cola de un delfín
Por el agua
cruzaban peces rojos y oscuros
Y sobre las
macetas de aspidistras
una gran
bola de cristal copiaba el mundo
(Como no era
mi casa
allí todo me
parecía
igual que en
los libros de cuentos)
Cierta noche
de verano se oía
un piano
distante tocando seguidillas
y un son de
castañuelas tan dentro de la fuente
que daba
miedo
Yo tenía
siete años
1913
PENUMBRA
Tantos
pensamientos desterrados
Incluso la
campana dando adiós a su eco
La soledad
llena de distancia
Las casas
sumisas bajo los tejados
Las calles
profundas hundidas como fosos
Torrente de
silencio bajo los faroles
Celeridad
desierta en estos muelles abandonados
Bajo los
puentes de las horas tan viejos y enmohecidos
En la brisa
que se derrama
En el gesto
de las ventanas ciegas
En el amanecer
de la estrella más joven
En el rostro
que asoma sobre la ciudad
Ánimo del
ambiente
Pleamar de
lo lejano
Arroja sobre
estas playas no sé qué misterios
Palabras sin
voz que turban la sangre
Estremecimiento
desconocido
Rozando
vidas
Abre las puertas
mudas sin resortes
Como el
reloj girando las horas A tientas
Los
sentimientos andan en el aire
Pesos que
flotan intangibles
Negras
cortinas Frentes inclinadas
La báscula
del sueño sobre nuestras cabezas
1915
ÁNGELUS DE
LA TARDE (Ávila)
En las nubes
se abrían rompimientos
de luz
violeta y amarilla
y un gran
silencio gris se detenía
en la paz de
los campos
El camino
entre álamos seguía
los declives
Y al fondo
la ciudad
almenada era un tesoro
en la corona
de un santo guerrero
Las campanas
de las Teresas
reverenciaron
en el aire
una
presencia invisible
Y sus sones
eran como ovejas
Y a través
de los álamos se hizo
ese
estremecimiento que corre
moviendo
apenas las hojas
cada vez que
algún ángel va de camino
1916
MADRUGADA DE SAN JUAN
Por el aire
al
resplandor de las hogueras
surgieron de
los fuegos navíos bautismales
(La cautiva
se sienta al banquete de Herodes
-Danzaré si
me das la cabeza del santo
Y Salomé
danzó toda la noche
En los
jarales
cuando
amanece la mañana de San Juan
hay mil
flores bermejas que son gotas de sangre
Y por las
dunas
detrás de
los pinares
una bandeja
roja que es la luna
1916
Madrugada en los arrabales desiertos
Mástiles en
los puertos cansados
Alba lenta y
fría de los inviernos largos — no vengas
Es pronto
todavía
Una hora
más de noche
Rincones de
esas calles tendidas a las sombras
Faroles
encendidos al misterio
ante los
viejo muros con grafitos y anuncios
Puertas de
cabarés discretamente abiertos
y esquinas
como naves varadas con sirenas ocultas
Una hora más
de encanto
Una hora más
para las orfandades de este amor sin amor
hermano de
los ángeles sin alas
entre vinos
y músicas y bailes de taberna
donde mi
corazón de pájaro en su jaula
de pez en su
pecera canta y sueña
Una hora más
siquiera
Y si fuese
posible todas las horas de los días
para esta
ingenuidad feliz entre peligros
esta vida en
andanzas de horror —— pero sin miedo
Su confianza
asusta
Ah ventanas
cerradas de la casa despierta
en donde no
se entra que de noche
Rincones
misteriosos con grafitos extraños
como el
registro íntimo donde conservamos ocultos
los secretos
inconfesables
Aceras con
faroles ya apagados
al baño frío
de una mañana turbia puntual y forzosa
y sopor de
tejados que no quieren alzarse
dormidos
bajo un cielo ambiguo y descompuesto
mientras la
aurora encinta
mana la
sangre horrible de los partos funestos
La sangre de
los tráfagos diurnos
de los
mercados bulliciosos
de los
silbatos de las fábricas
de los
talleres y los mataderos — la sangre
la sangre
que fluye a la ciudad y que impulsa
las señales
del mundo y del infierno
contra la
gloria y la inmortalidad
No amanezcas
aún alba triste — no vengas
y no
alumbres la tierra ni mis ojos
Un momento de
tregua para este corazón que no quiere saber
sino la
noche suya sin presiones ni urgencias
(donde sé
que indulgentes desde el cielo me siguen
los ojos de
millares y millares de estrellas)
Un instante
tan sólo antes de amanecer
Aún resta
por llenar la penúltima copa
Rincón
rincón terrible de los grafitos de mi vida
qué cal
podré yo darles que no se transparenten
si no es más
negra todavía
Ah miseria
dorada de un amor sin amor
He comprado
el placer como una lámpara
La encenderé
sin prisas sobre el lecho alquilado
junto al
cuerpo desnudo de la mujer desconocida
la alcoba
bien cerrada para seguir siempre de noche
hasta que el
sueño me derribe
mientras
afuera vence la claridad violenta
Yo dormiré
de día
1916
A Paulino
Fz- Vallejo
ARROYO
Reluce como
un ampo
al verdor de
la orilla
La belleza
del campo
a sus pies
se arrodilla.
En
pendientes se enarcan
braceando
sus ondas
Los músculos
se marcan
en las
piedras redondas
Un relámpago
fijo
una espada
tendida
un claro
regocijo
simple como
la vida
Y un encanto
que avanza
en
permanente ahora
El tiempo en
la esperanza
sin fin
murmuradora
Con temblor
de revuelo
se fía a su
destino
El arroyo es
el cielo
al largo de
un camino
Guadarrama,
1914
A Javier de
Winthuysen
PLURAL DEL
AGUA MÍSTICA
De oro
blanco — tal ella a sí se estima
que en su
modestia de ínfima resalta
A sus labios
los cielos aproxima —
oh candida y
sin sexo — ubicua y alta
Trasunto
inmaterial va por encima
en la paz
transparente que la exalta
Toda horizonte
se une con el cielo
y su nivel
se cruza con su vuelo
Hogar puro
en aliento que se esfuma
la acoge el
viento en impalpable vaso
Las alas
mueve y flota entre su espuma —
misterio
azul en tránsito y traspaso
Sus sueños
son de vidrio perla y pluma —
aurora
renaciente de su ocaso —
par de sí
misma y múltiple en su copia
transverberada
en auges de sí propia
Trances
suyos — sus gozos — su embeleso
en
beatitudes que el silencio emana
Burbuja de
ilusión — sílaba y beso
—y un
éxtasis que en glorias se devana
En loretos
viajera — ya sin peso —
del azul sin
figura casta hermana
por escalas
del aire intacta sube
navegadora
en rumbos de la nube
Es de sabor
de hostia la pureza
que trasluce
su hechura — fluido seno
De la roca
entre el junco y la maleza
sus ojos
brotan de mirar sereno
Rosario
ingenuo que discurre y reza
en él se
ahonda el infinito pleno —
y en música
y en simple idea labra
la expresión
absoluta sin palabra
Clara sor de
Francisco — hermana mía
No se dice
tu encanto — agua que eres
la belleza
del mundo! Tú María
escogida
entre todas las mujeres
Virgen
exacta rigurosa y fría
agraciada de
ricos alfileres —
Diana de mil
lunas en reflejos
sirena cuyos
peines son de espejos
Te adoro en
mi jardín casi criatura
entre
geranios mirtos y azucenas —
y en mi
patio también cuya blancura
iguala el
mármol de tus tazas plenas
En altares
de fuentes tu aventura
es nostalgia
feliz — llanto sin penas
Y el cuento
que de niño me extasiaba
viene de un
lejos lejos que no acaba
1915
Las calles
están llenas de lluvia y de tristeza
Las avenidas
tienden sus árboles sin nidos
Las bellezas
de ayer lloran como las hojas
y sus
lágrimas bañan las aceras que piso
Mi sombra es
esta tarde la sombra de otro hombre
No sé mi
corazón adonde se habrá ido
La ciudad va
encendiendo sus luces poco a poco
y el
crepúsculo cierra la noche como un libro
He andado
todo el día recordando mi vida
El pasado me
ataja cruzándome el camino
Las horas
más felices volvían a mi lado
Mis más
bellos recuerdos no me han reconocido
1917
CANCIÓN
MARINA DEL AFÁN AMARGO
El mar es
patria de dioses
la cuna la
belleza
Yo quiero
ser marinero
en olas de
azul y perlas
Haré una
nave de gozos
y de deseos
las velas
más sensible
y melodiosa
que un
instrumento de cuerdas
Marinos tus
lindos ojos
donde cantan
las sirenas
aliciente de
mi alma
oh mi linda
marinera
La sal que
probé en tu boca
se me ha
metido en las venas
y no hay
alivio a mis ansias
desde que tú
no me besas
Con el sol y
con la luna
hacia ti van
mis tristezas.
Por las olas
por los vientos
tú mi diosa
tú mi reina
En la playa
el mar se rompe
y de nuevo
recomienza,
así mi
pasión en lucha
prende cada
vez más fuerza
En mi
secreto te escucho
y mis
mientes te recuerdan
como las
voces del mar
a las
caracolas llegan
Toda una
vida anterior
renace con
tu presencia.
Y era ya
tuya mi alma
antes de que
yo te viera
Mal ángel la
suerte mía
que de tus
brazos me aleja.
Amargo afán
de mi vida
tu mi patria
tu mi tierra
Más allá de
este horizonte
contra
vientos y mareas
yo quiero
ser marinero
del mar que
contigo empieza
1917
El mundo es
un misterio que no se manifiesta
Oigo un agua
constante redonda como el tiempo
Es la voz de
un torrente? La presa de un molino?
El bordón de
una abeja libando los silencios?
La rosa del
espacio despliega su corola
Las hojas
impalpables sin forma como el cielo
esparcen esta
esencia fluida que circula
y se exprime
en sutiles atmósferas de sueño
Una espiral
en éxtasis se eleva en la constancia
La vida se
extenúa de sombra y de misterio
Yo dialogo
sin frases conmigo mismo y noto
un aliento
remoto palpitar en mi aliento
Mi cabeza se
pasma y el sentido vacila
La memoria
se pierde sin antes y sin luego
El presente
es ayer y es mañana y ahora
La rosa
multiplica sus hojas como espejos
1918
Yo pienso si
seré yo
quien conmigo
está — si no
seré otro
que mi mismo
oculto y
desconocido —
otro dentro
y en las cosas
más cercanas
y remotas
que se va
por mis sentidos
a mundos que
nunca he visto
Pienso y
siento con el aire
con el agua
con los árboles
con los
seres con la vida
Aventuras de
poesía
oh supremas
aventuras
por reinos
que no vi nunca
Filos de luz
y palabras
que en la
fuente dice el agua
Frases puras
del silencio
y en las
hojas y en el viento
Ni verdades
ni mentiras
aventuras de
poesía
Otras cosas
y otros cauces
más seguros
que verdades
aún más
claros y más hondos
Eso que sabemos
todos
sin saber
que lo sabemos
Ni
realidades ni sueños
1936
CREYENDO
SOÑAR
Yo no me
asombraba de lo que vi en sueños
creyendo soñar
mientras que vivía
La noche se
ungía de extraños beleños
y el sueño
era vida que soñar creía
Tú entonces
viniste con vida tan cierta
de allá del
olvido a través los años
Tan cierta
viniste viva estando muerta
que tu
aparición no me deja engaños
Y te siento
cerca tú que estás tan lejos
Ah sueño sin
sueño — rara realidad
Que no sé
cual sea como los espejos
unos dentro
de otros qué espejo es verdad
1934
VERTICAL
La tierra es
polvo de tumbas
insensible cementerio
El cielo
arriba presencia
infinita de
lo inmenso
Y el hombre
marcha de pie
entre la
tierra y el cielo
el pensamiento
en la frente
y el alma en
el pensamiento
Silos, 1935
EL MISMO
AIRE
Me acuerdo
de aquella noche lejana
De repente
me acuerdo de aquella noche
que tenía
idéntica fragancia
igual color
y el mismo aire que ahora corre
(Fue un
momento tranquilo y solo
desde la
galería sobre el patio
No pasaba
nada que hoy se le parezca
Era en
Sevilla y debía ser abril — hace muchos años)
Me acuerdo
ahora sin quererlo
— De
aquella noche? Su luz llega
tan vaga y
tan distante que casi no distingo
si todo
aquello fue una estrella
(El tiempo
pasa como en sueños
Las cosas
deja atrás sin brillos
Y todo
adquiere luz de noche — un eco tenue
y en él un
solo punto definido)
Y no sé mas
aunque quisiera
de aquel
instante simple — aislado
Sólo el
nivel de su emoción me llega
Lo demás
tendría que inventarlo
Venezia,
septiembre, 1937
(Palacio Zen
alie Zattere)
SERENATA
«Vengo a
cantar una canción (a nadie)
una canción
(al aire y a las sombras)»
Canción que
en esta noche los canales
guardarán en
la alquimia de sus ondas
— sinuosos
reflejos en las aguas
al paso de
mi góndola suave
negra como
la máscara enlutada
del pasado
(escondida en el secreto
terrible de
los blancos antifaces)
«Contarina
Serena Loredana
vuestros palacios
sobre el Canal Grande
son máscaras
de un tiempo que no mira
sino a la
muerte» — máscaras de mármoles
surgiendo de
las aguas en espejos
de sirenas
ocultas (carnavales
de la
Piazzetta — fiestas del Ritrovo)
Los ríos
silenciosos ondulando
entran en
los umbrales que descienden
al misterio
del agua — «Quién espera
bajo el felze enlutado de la góndola?»
«Soy yo
Venecia tu recuerdo amante —
resucitado corazón
— quimera
de un
prestigio real! Única lámpara
de Aladino
en mis manos! Tú Venecia
y yo en ti
con tu góndola cerrada
por los
canales que tu encanto lleva
en la noche
de noches que no acaban
(mientras
llora Sevilla que te quiera)»
Venezia,
octubre, 1940
(Canal
Grande)
LA CRISTALERA DEL ESTUDIO
A Julio Antonio
Cada día veíamos alguna cosa nueva detrás de los árboles desde la gran cristalera del estudio. Las hojas caían de las ramas sepultando el suelo del jardín.
Primero fue la terraza de un balneario. Días después una calle cuya orientación nos era desconocida. Más tarde surgieron una cúpula lejana y muchos tejados.
Entre tanto el balneario había ido transformándose en un patio de vecindad. Los árboles desnudos acabaron en arañas de cartón. A las hojas en el suelo sucedieron lienzos extendidos.
El invierno empezó a pudrir de lluvia y escarcha los lavaderos tristes en un campo de cepas torcidas y esquilmadas tras las vallas viejas de un solar urbano.
La Noche-Buena vimos la luna correr despavorida tras las nubes atormentadas, mientras abajo un estrépito de latones golpeado agitaba sombras en camisa y tiritando.
Madrid, 1913
ESTRELLA DOBLE
A su lado yo iba contento
ciñendo apenas su cintura
Solos los dos con aire lento
en la cámara semioscura
nos detuvimos un momento
Y en su boca cogida al vuelo
yo puse un beso intenso y largo
y sus labios sabor de cielo
me dejaron un gusto amargo
que dio a mi sangre nuevo anhelo
En la ilusión porque deliro
yo no la puedo olvidar
En todas partes yo la miro
Tiembla mi ser y al suspirar
me duele el aire que respiro
De que pasó la noche aquella
yo voy feliz con mi tormento
como su luz porta una estrella —
la estrella doble en que te siento
unida a mí constante y bella
formando un solo sentimiento!
Lunes 3 de enero
Hora cuarta de la madrugada
Te conozco desde antes que nacieras
¿Estabas tú en un valle de la luna
—El valle valle de la luna llena?
Pura y sin tiempo —de color de alma
—mas ya mujer! siempre mujer— y eterna!
¿Por qué tan tarde — Porque nunca es tarde
(y sin embargo el corazón me tiembla)
Porque no es tarde nunca y siempre hay tiempo
De no haber sido tarde
¿te habría visto cuando aún no eras?
¿Te habría yo visto entonces en la fuente
de aquel jardín de estrella
que nadie sabe y que recuerdo siempre?
9 de enero
(In camera a mezzanotte)
Te dejaré tranquila
seguir la ruta que prefieres
Me iré lejos de ti
en donde nunca más me veas
y tú serás la dueña de ti misma
según tanto repites —yo no se
si por orgullo o qué motivo extraño
(¿quién lo podrá saber?)
Mas poco a poco
mientras pasen los días
me verá comparándome a los otros
como yo me merezco—
cada vez más inmenso y más sublime
el mejor y más grande que has habido
y habrás ya siempre —no lo ignores Anna—
el único tal vez —y el que no vuelve
Y te arrepentirás
Mas será tarde
Y restaré alejado de tu vida
en donde nunca más me veas
si no es en tu memoria entristecida
de no querer ser buena siendo buena
Y luego —cuando pase y pase el tiempo—
como tú eres más joven
y he de morir primero
tú me verás después que yo me muera
dominando el jardín de tus recuerdos
único y puro siempre nuevo y grande —
como se alza el ciprés hacia los cielos
sobre todos los árboles —
como un remordimiento siempre fijo
entre el cielo y la tierra siempre alzado
Y yo reposaré feliz
feliz eternamente
de ser tu solo amor —tu triste amor—
pues sé que desde entonces mientras vivas
yo reinaré en tu corazón!
1 de febrero
Yo no podía saber
antes que tú me besaras
que el cielo fuese mujer
17 de febrero
2 de la madrugada
En mi interior
me siento
avergonzado de mí mismo
porque he puesto
en quien no lo merece
que no tiene precio—
todo mi corazón y toda el alma
mi fe mis ilusiones la Poesía
He sido ciego
pero comienzo a ver —y estoy cansado
herido—arrepentido— y veo
como ya poco a poco
sin quererlo
el amor ofendido
se convierte en desprecio
Sábado 26 de febrero
12 y 15 de la noche
VENTANAS
Las ventanas de la casa de enfrente!
Cada una tiene su misterio,
su carácter y su fisonomía.
Viven íntimamente
y animan toda la fachada.
Los juncos de la orilla iluminaba
con su luciente halo
y el resplandor hacía
bullir a flor del agua mil peces plateados.
En una barca de dos remos
bogaré por ese río de silencio
hasta alcanzar el horizonte mágico.
Tomaré luego de lo alto
ese farol
para colgarlo
de mi techo
y pondré ese biombo en mi salón.
Os diré: —¡Lo he traído del cielo,
donde inventa la noche los países más bellos!