martes, 10 de enero de 2017

Luis Carlos López

CARLOS LÓPEZ (Cartagena de Indias 1879-I950), «el Tuerto López», que en realidad no era tuerto sino bizco, es un poeta prácticamente desconocido fuera de Colombia, e incluso casi fuera de Cartagena. Poeta de antologías, irónico, bromista, antirromántico.  
Dice de él Fulgencio Pimentel en: 
http://www.fulgenciopimentel.com/autores/luis-carlos-l%C3%B3pez
Postmodernista. A lo largo de su vida publicó cuatro monografías: De mi villorrio (1909), Posturas difíciles (1909), Por el atajo (1920) y Versos (1946). Además, participó junto a Abraham López Penha y Manuel Cervera en Varios a varios (1910). Muchos de sus versos están dedicados a los lugares y las gentes –el barbero, el juez, el cura, la solterona– de su decadente ciudad natal, retratados con aire sardónico y casual. A través de estas pinceladas naturalistas en forma de soneto, el poeta, conservador e "ilustrado", dejó constancia de su descreimiento y decepción ante el nuevo rumbo político y social de su entorno y época.


DE TIERRA CALIENTE

Flota en el horizonte opaco dejo
crepuscular. La noche se avecina
bostezando. Y el mar, bilioso y viejo,
duerme como con sueño de morfina.

Todo está en laxitud bajo el reflejo
de la tarde invernal, la campesina
tarde de la cigarra, del cangrejo
y de la fuga de la golondrina…

Cabecean las aspas del molino
como con neurastenia. En el camino,
tirando el carretón de la alquería,

marchan dos bueyes con un ritmo amargo
llevando en su mirar, mimoso y largo,
la dejadez de la melancolía…




VERSOS RURALES

… Primavera que ríe, Primavera que pierde
las almas… Los pastores cantan coplas sencillas
sobre los tamboriles, porque todo está verde
y porque ya se fueron las hojas amarillas.

Es el tiempo del vino, de los vinos añejos.
Y por ti, Primavera, sobre alegres pollinos
nos echamos al campo para cazar conejos,
para comer tus frutos, para libar tus vinos.

Al frescor de la tarde, cuando en la lejanía
tiembla el tinte cenizo de un retazo de invierno,
danzamos con las mozas de la vieja alquería,
mozas de carne dura, de corazón muy tierno…

Oye, amada muy mía: me voy tornando obeso
como un abad.—El bruto del Acalde asegura
que me tiene rollizo lo sabroso del queso;
y, ponte muy contenta: soy amigo del cura…



AÑORANZA

Íbamos en la tarde que caía
rápidamente sobre los caminos.
Su belleza, algo exótica, ponía
aspavientos en ojos campesinos.

—Gozaremos el libro –me decía
de tus epigramáticos y finos
versos.—En el crepúsculo moría
un desfile de pájaros marinos…

Debajo de nosotros, la espesura
aprisionaba en forma de herradura
la población. Y de un charco amarillo

surgió la luna de color de argento,
y a lo lejos, con un recogimiento
sentimental, lloraba un caramillo…




EN LA PENUMBRA

A la intemperie mi alma. —¿Quién me abriga,
quién me da de esperanza algún destello?
Y apuré, con mis fárdele
la sed caliginosa del camello.

Te vi… Pero te vi bajo la ortiga
de tu sayal, tu escapulario al cuello,
con el cilicio, que a Satán fustiga,
y la profanación de tu cabello…

Sentí, por el nirvana de tu influjo,
mi espiritualidad.— Wagner, el brujo,
interpretó la dualidad de un treno

en la pequeña nave de la ermita,
donde tú, buena Hermana Carmelita,
me hacías bueno, extrañamente bueno… 



BARRIO ABAJO

Y el cochero de punto, de chistera
apabullada, con
la camisa por fuera
y las polainas en la bigotera
del coche, hostiga su rocín trotón.

Flemático, grotesco, exuberante
como un enorme paquidermo, si
medita el buen auriga en su pescante,
¿qué pensará, muchacha, este elefante,
qué pensará de ti?

Y de mí, que temiendo los detalles
de la vida rural,
no me atrevo a ceñir amenos talles,
que ando por esas calles
con una seriedad episcopal…




CINEMATOGRÁFICA

Todo verde, de un verde
que maltrata los ojos… Reverbera
y a lo lejos se pierde,
como una cicatriz, la carretera.

La inesperada sombra de un molino
que dice adiós… Vertiginosamente
se aleja el mar, un trozo del camino
y el precipicio que atraviesa un puente.

Y el tren a toda máquina. Marea
la borrosa visión, siempre truncada,
de un árbol, de una aldea,
de un poste. Una cascada, otra cascada.




TARDE DE VERANO
«El rico es un bandido»
SAN JUAN CRISÓSTOMO

LA sombra, que hace un remanso
sobre la plaza rural,
convida para el descanso
sedante, dominical…

Canijo, cuello de ganso,
cruza leyendo un misal,
dueño absoluto del manso
pueblo intonso, pueblo asnal.

Ciñendo rica sotana
de paño, le importa un higo
la miseria del redil.

Y yo, desde mi ventana,
limpiando un fusil, me digo:
—¿Qué hago con este fusil?



TEDIO

...Y al ver un pino quisiera
ser una planta rastrera;
pero en el acto presiento
que puede -¡oh grato destino!-
pisarme cualquier jumento,
mientras sufre el alto pino
las injusticias del viento.




CUARTO DE HORA
«Libértate, Señor»
UNAMUNO

Con una laxitud de sibarita
bosteza en el Poniente
la tarde gris. Un esquilón musita
lenta., muy lentamente…

Predispone a soñar esta marchita
floración de la luz en el ambiente
campesino. Provoca ir a la ermita
con la gente, con esta buena gente

de cepa provinciana,
que se aleja, pues plañe la campana,
camino de la iglesia-, ese camino

de carretera, franco
para el negro africano, el hombre blanco
y, sobre todo, para el asesino…





PASEO MATINAL

Cada huerta —son huertas campesinas-
tiene un pozo ulcerado, de brocal
que semeja un abdomen. Las gallinas
junto a un asno, sujeto del ronzal.

Sobre las tapias, donde las encinas
copudas salen al sendero, cual
defensa de vecinos y vecinas,
pedazos de botellas de cristal.

Relente olor a surco removido
y acre perfume a fiemo… Me dan ganas
de quedarme en un rústico corral,

para vivir, durmiendo en el olvido
de las mezquinas luchas cotidianas,
como bajo el influjo de un cloral...




EL TRASHUMANTE MATEO

Conoce, pues trajina por pueblos y caminos,
medio mundo. Es un raro músico de arrabal,
de trágica melena, grandes ojos bovinos,
crepusculares ojos de soñador sensual.

Fue fraile inverosímil, turnó con asesinos,
mercachifle ambulante, sacapotra genial,
tiró el dado en las mesas de todos los casinos,
durmiendo en un palacio como en un hospital.

Y hoy torna, fatigado de su larga odisea
de vagabundo, a esta soporífera aldea,
para después, acaso, sin saber con qué fin,

bifurcarse por otra ruta desconocida,
siempre exótico, siempre bajo la misma vida,
zurciendo su inefable tristeza en el violín…





FRESCO AMANECER

Sobre una giba de la cordillera
surge la faz clorótica del sol,
de idéntica manera
que hace siglos de siglos. Un farol

macilento se apaga en una esquina
del barrio. Flota en el amanecer
fuerte olor de cocina
que insufla ganas de comer…

Y hecho un ovillo a sombra de tejado
plañe un ciego en su flauta. El infeliz
como aspira un perfume a pollo asado,
cierra los ojos y abre la nariz… 


Nada pierdo
y gano poco
con ser cuerdo.
Mejor es volverse loco.



Tiro a un lado
los recuerdos, mientras fumo
sobre una mesa acodado.
La brisa se lleva el humo.
Mas no puedo;
y su faz, que no agoniza
dentro de mí, con el dedo
perfilo entre la ceniza…
Porque soy un solitario
que anhela olvidarla. Pero
sin horario,
¿qué hora indica el minutero?
Y al memorar todas esas
sus promesas, mientras fumo,
sonrío de las promesas…
La brisa se lleva el humo.




Sólo por ti, madre mía,
soy bueno. Sólo por ti
jamás me preguntaría:
¿pero, para qué nací?




NOCHE TRUCULENTA

Para libar el jugo de agrios vinos
-no dejes ver la pierna,
muchacha- los marinos
vendrán dentro de poco a la taberna.

Son de brusco perfil, bíceps de acero,
niños enormes de cuadrada espalda
y andar patojo, -Pero
¿te arreglarás la falda?

Con sus jarrones de licor, sus dados
y sus cachimbas se darán al juego
carnavalescamente iluminados
por la epilepsia del candil. Y luego

terminarán rugiendo una salvaje
canción sensual. –Del cafetín me salgo,
porque- ¡bájate el traje!
lo que es aquí pasa algo…



ASÍ HABLÓ ZARATUSTRA

No hay que hacerse ilusiones
sobre tibios colchones
de algodón y de seda.
La vida que nos queda
puede servirnos para
vencer. Y cara a cara
y contra la corriente
tenderemos el puente
de ribera a ribera…
Después, sin un suspiro,
disuelta la quimera,
nos pegamos un tiro.





EL AÑO NUEVO
«Happy new year»:
GADEON
Todo es lo mismo: ayer
pasó, como ahora pasa,
la mujer
que vende a gritos queso y pan. La casa
vecina, un caserón
tan ruinoso que no resiste un tajo
ni un ligero empujón,
no se ha venido abajo…
La calleja
tal cual. Y en el agudo
triángulo de una teja,
mudo y senil asoma el sol. ¿Qué hacer
para ir tras el imán
del optimismo en un amanecer
que huele a queso y pan?



MI ESPAÑOLA RAZA

Del seminario,
mientras las campanas
citan para el rosario,
van saliendo sotanas y sotanas…
Después, tras la eminente
nulidad de un político, en la acera
de enfrente
luce su desparpajo una ramera.
Y delante de mí, cerca de un mendigo
de hosco sombrero
y de peludo ombligo,
pasan dos militares y un torero.



OTRA EMOCIÓN
«Es una vieja historia»
NlETZSCHE
Y la cocina,
que no huele a rosas,
se encuentra junto a la letrina.
Cosas
de la raza latina.




De tiempo en tiempo, «en el Abril florido»,
bajo a mi villa… ¡Oh, villa amurallada
de San Pedro Claver, donde han nacido
Rafael Núñez y Antonia la Pelada!
Y en la villa me aburro, y aburrido
de mí, de ti, de aquel, de todo y nada,
vuelvo a mi soledad, como a su nido
regresa el ave herida y desplumada…
Mas dejo al irme –amén de lo que dejo:
salud, papel moneda- este librejo
y otros librejos sin literatura,
que no valen siquiera un estornudo,
para que tú, lector hueco y panzudo,
los tires al barril de la basura…



PREVIA ADVERTENCIA
A Camila Walters, 
cómplice de los Juegos Florales.

… ¡Conque me van a coronar!… ¿Se ha visto
más burda y más imbécil tiradera,
que la de coronarme como a un Cristo
que no ha de redimir ni a una portera)…
¡Si a lo menos me hubiese dado el pisto
de ser un vate absurdo!… Si me hubiera
dedicado a vivir de lo imprevisto,
portando alborotada cabellera,
pipa y gozque lanudo, ¡qué sombrero
de melodrama para mi persona,
mejor que esa corona asaz divina,
que hubiese mal vendido a un usurero,
para irme alegre y sin la tal corona,
con mi pipa y mi perro a una cantina!…
Mas como soy un buen burgués, y acaso
no tenga un pelo de infeliz, recelo
que irán, que sólo irán hacia el fracaso
los que hoy me tratan de tomar el pelo…
Pues no me obligarán ni con un vaso
de anís de coco, a remontarme al cielo
tan desacreditado del Parnaso…
… Que suban otros con el raudo vuelo
del águila caudal, que yo a la cama
me voy con cierta beatitud ramplona
que me ha dejado un buen café con leche,
para soñar, tranquilo y en pijama,
que me comí la celestial corona,
mi olímpica corona, en escabeche…




      A MARINA

Como te vas a casar
bien lleves tú una madrina,
tan dulce cual Josefina
—bella, grácil y sin par—
que te pueda aconsejar.

Pues tu novio es militar
y está por ti hecho un pelmazo:
Que te portes siempre bien
para que nunca te den
lo que llaman un planazo...




A SATÁN
"Acude, rey infernal"

Fausto
Satán, te pido un alma sencilla y complacida
como la tuya. Un alma feliz en su dolor.
Tu gozas —Y yo envidio tu alegre carcajada—
si un tigre, por ejemplo, se come a un ruiseñor.

Mi vida, esta mi vida te ofrece una trastiada!...
—Mi vida, flor inútil sin tallo y sin olor,
se dobla mustiamente ya casi deshojadas...
Y el tedio es un gusano peludo en esa flor.

¡Pensar diez disparates y hacer mil disparates!...
Pues tu, Satán, no ignoras que yo perdí el camino,
y es triste —aquí en la tierra del coco y del café—

vivir como las cosas en los escaparates,
para de un aneurisma morir cual mi vecino...
¡Murió sentado es eso que llaman W.C.!




A UN PERRO
Todo es igual y lo mismo.

Fenelón
¡Ah, perro miserable,
que aún vives del cajón de la bazofia,
—como cualquier político— temiendo
las sorpresas del palo de la escoba!

¡Y provocando siempre
que hurtas en el cajón pleno de sobras
—como cualquier político— la triste
protesta estomacal de ávidas moscas!

Para después ladrarle
por las noches, bien harto de carroña,
—como cualquier político— a la luna,
creyendo que es algún queso de bola...

 ¡Ah, perro miserable,

que humilde ocultas con temor la cola,
—como cualquier político del día—
¡y no te da un ataque de hidrofobia!




ANTE UNA ESQUINA

¿Quién interpreta el alma de una esquina
sospechosa, como esta de arrabal,
con su pared garapiñada en ruina
y su bizco farol municipal?

Nunca pierde su flema si la orina
cualquier tipo, si escucha un madrigal,
y si contempla, en noche sabatina,
trifulcas de navaja y de puñal...

Sin embargo, quizás oculte un alma
dentro del cal-y-canto de su calma...
Y quizás esta esquina en su mudez,

lejos de todo bípedo bimano,
lejos de nuestro plano, en otro plano
sonríe de la humana estupidez...



CALLE DE LAS CARRETAS
A Mustafá Kemal,
muy afectuosamente.
Locales y locales y locales
de turcos y más turcos… ¿Quién diría
que sin fez y con fines comerciales
se nos volcase allí media Turquía,

para vender botones con ojales
y ojales sin botones?... Y de día
merendar, entre agujas y dedales,
quibbe, pepino, rábano, sandía!...

Y en tanto, milenarias, indiscretas,
las carretas aún violan esa faja
que han invadido Estambul y el sol abruma,

pues no han muerto esas fósiles carretas,
como aún viven, después de la tinaja
y el lebrillo, el anafe y la totuma!...




CALLE TUMBAMUERTOS
Al Dr. Pedro Ma. de Revollo y Rada,
literato y académico apolítico.
 Es fatídicamente el ojo tuerto
del arrabal; oscura y siempre oscura,
después de haber tumbado a más de un muerto
que quiso abandonar la sepultura...

Como puede ser también un injerto
del Diablo esa antiquísima hendidura
que pide hisopo y bendición... ¿No es cierto,
dígame si no es cierto, señor cura?...

Ratas, moscas, vampiros, el detalle
de un perro zungo, hollín, brujas astrosas...
Y si eso y mucho más —hedor a establo

y a cueva y a cubil— tiene esa calle,
pues… indudablemente que esas cosas,
son cosas, sí doctor, cosas del Diablo...



    VARILLAZO
A Daniel Lemaitre

La pena desigual de mi bolsillo
que no porta ni un céntimo, me fija
la obsesión de llegar a ser un pillo
si no quieres hacerte a la sortija

que ahí te voy a mandar; es un anillo
que finge una pequeña lagartija
con dos ojos... Verás que por el brillo
de sus ojos no es una baratija!

Porque tú, gran pintor, músico, aeda,
y un famoso industrial, que no se hospeda
sino en la magnitud de sus ingresos,

bien me puedes mandar —pero no a trueque
de la sortija— un apreciable cheque
por una suma de unos cuantos $...






CROQUIS LUGAREÑO

La rústica plazuela del poblacho
parece bostezar. —Una muchacha,
que porta una batea,
va pregonando: —¡Camarones frescos!

Sobrio silencio campesino. Apenas
surge la esqueletosa
fatalidad de un buey... Sobrio silencio,
y un gallinazo en una empalizada.

Gelatinoso el mar, el horizonte
de un invernal cariz panza de burro,
y en el poblacho, cantarina y pura,
la voz alegre: —¡Camarones frescos!



        DE SOBREMESA

Se vive, amada mía,
según y cómo... Yo
por la mañana tengo hipocondría
y por la noche bailo un rigodón.

¿Y qué? Pura ironía
del hígado, muchacha. En el amor
y en otras cosas de menor cuantía
todo depende de la digestión.

Que no fume, que olvide la lectura,
que no maldiga en ratos de amargura
y mil consejos más de este jaez,

como si se pudiera
vivir a la manera
de las calles tiradas a cordel...




DE TIERRA CALIENTE

Flota en el horizonte opaco dejo
crepuscular. La noche se avecina
bostezando. Y el amor, bilioso y viejo,
duerme como un sueño de morfina.

Todo está en laxitud bajo el reflejo
de la tarde invernal, la campesina
tarde de la cigarra, del cangrejo
y de la fuga de la golondrina...

Cabecean las aspas del molino
como con neurastenia. En el camino,
tirando el carretón de la alquería.

Marchan dos bueyes con un ritmo amargo
llevando en su mirar, mimoso y largo,
la dejadez de la melancolía...



  ÉGLOGA TROPICAL
"¡Qué descansada vida!"
Fray Luis de León
     
 ¡Oh, sí, que vida sana
la tuya en este rústico retiro,
      donde hay huevos de iguana,
  bollo, arepa y suspiro,
y en donde nadie se ha pegado un tiro!

  De la ciudad podrida

no llega un tufo a tu corral... ¡Qué gratas
las horas de tu vida,
  pues andas en dos patas,
como un orangután con alpargatas!

    No en vano cabeceas

después de un buen ajiaco, en el olvido
  total de tus ideas,
  si estás desaburrido
bajo un cielo que hoy tiene sarpullido.

    Feliz en tu cabaña,

madrugas con el gallo... ¡Oh, maravillas
    que oculta esta montaña
      de loros y de ardillas,
que tú a veces contemplas en cuclillas!

      Duermes en tosco lecho

de palitroques sin colchón de lana,
  Y así, tan satisfecho,
despiertas sin galbana,
refocilado con tu barragana.

Atisbas el renuevo
de la congestionada clavellina,
  mientras anuncia un huevo
    la indiscreta gallina,
que salta de un jalón de la cocina.

            ¡Quién pudiera en un rato

de solaz, a la sombra de un caimito
    ser junto a ti un pazguato
  panzudamente ahíto,
para jugar con tierra y un palito!

    ¡Oh, si, con un jumento,

dos vacas, un lechón y una cazuela,
  —y esto parece un cuento
 del nieto de tu abuela—
siempre te sabe dulce la panela!

    Y aun más: de mañanita

gozas en el ordeño, entre la bruma.
    de una leche exquisita
  que hace espuma, y la espuma
retoza murmurando en la totuma.

      Oh, no, nunca te vayas

de aquí, lejos de aquí, donde te digo,
  viniendo de otras playas,
 que sólo  en este abrigo
podrás, como un fakir, verte el ombligo.

  Y ¡adiós!... Que te diviertas

como un pitico cimarrón... ¡Quién sabe
si torne yo a tus puertas
—lo cual cabe y no cabe—
a pedirle una torta de cazabe!

  Puesto que voy sin rumbo,

cual un desorientado peregrino,
que va de tumbo en tumbo
buscando en el camino
cosas que a ti te importan un comino.



EN LA TERRAZA

Caballeros amables, señoras discretas
en las frivolidades del five o clock tea,
con sombreros que fingen enormes viñetas
y calvas con un brillo como de barniz.

Pienso, unido a estos seres que portan caretas,
pasarme varias horas sin pensar. Aquí,
a trueque de unos cuantos cientos de pesetas,
soy feliz. Me parece que soy muy feliz.

Puesto que no me importa, con almas rastreras,
recordar mis quimeras nobles, mis quimeras
que se han ido con una rapidez de tren.

Ni que tú, desgreñados los tirabuzones
de tus cabellos, busques nuevas sensaciones
con algún dependiente de Lanman y Kemp.



IN MEMORIAM
A Soto Borda
† 1919
¡Oh, si pudiera, noble camarada,
darte de mi jardín rosas hermosas
y olorosas!... Pero ¡ay! Si ya mis rosas
me las comí hace tiempo en ensalada.

¿De qué vale hoy regar tumba regada?...
Tu madrecita, en tardes dolorosas,
te pondrá —como frescas mariposas—
lo que no ha de poner mi carcajada...

Sin embargo, donoso compañero,
casi me duele el corazón... Y quiero
recordar aquel rancio ventorrillo,

donde te conocí vencido y fuerte,
y donde me dijiste al conocerte:
—Sirve un trago y me das un cigarrillo.



HORA ROMÁNTICA

La luna parpadea
tras el calado del ramaje. Hay una
tranquilidad insípida de aldea.
Y a la luz de la luna,

mientras duerme el poblacho
y alarga un perro por las cercanías
su medroso plañir, canta un borracho
majaderías y majaderías...



      MUCHACHAS DE PROVINCIA
Susana, ven: tu amor quiero gozar. Léhar. Opereta
“La casta Susana”
 Muchachas solteronas de provincia,
que los años hilvanan
leyendo folletines
y atisbando en balcones y ventanas...

Muchachas de provincia,
las de aguja y dedal, que no hacen nada,
sino tomar de noche
café con leche y dulce de papaya...

Muchachas de provincia,
que salen —si es que salen de la casa—
muy temprano a la iglesia,
con un andar doméstico de gansas...

Muchachas de provincia,
papandujas, etcétera, que cantan
melancólicamente
de sol a sol: —“Susana, ven... Susana...”

Pobres muchachas, pobres
muchachas tan inútiles y castas,
que hacen decir al Diablo,
con los brazos en cruz: —“Pobres muchachas!”




PARA TI

Tosca mesa de pino
y un modesto quinqué. Por la ventana
penetra el opalino
retazo de una rústica mañana

metida en el invierno. Un argentino
repique de campana
de algún pueblo vecino,
mientras dialoga el sapo con la rana...

Lejos de todo, en esta
casucha aislada —un quieto
rincón acurrucado en el recodo

de la húmeda floresta—
te escribo este soneto
rural, lejos de todo...




A MI CASA

¡Pobre casa de mis antepasados!
Si pudiera comprarte, si pudiera
restaurar tus balcones y tejados,
y por el caracol de tu escalera

subir a tus salones empolvados,
para en tu soledad, casona austera,
revivir episodios olvidados,
teniendo en tu zaguán loro y portera...

Pero tú, caserón en esqueleto,
refugio de vampiros y lagartos,
donde penetra el sol hecho una brasa,

¡qué sabes de las cuitas de un biznieto,
de un biznieto aburrido y sin dos cuartos,
que no puede comprarte, pobre casa!...



SE MURIÓ CASIMIRO
“A muertos de mogollón
da de balde la parroquia”.
Quevedo
Se murió Casimiro el campanero
de la iglesia rural. Y esta mañana
lo llevaron al último agujero
con tres o cuatro dobles de campana...

Se lo llevaron bajo un aguacero
definitivamente. —Y quedó Juana,
su sobrina, sin sol y sin alero,
¡y tan hermosa como casquivana!

...¡Y quién podrá decir que Casimiro
no apuró sorbo a sorbo, en un suspiro
y otro suspiro, un cáliz de amargura,

conociendo la lengua viperina
de las devotas! ¡Conociendo al cura!
¡Y conociendo tanto a su sobrina!



TEDIO DE LA PARROQUIA
“¡Ay, qué vida!”

Temístocles
La población parece abandonada,
dormida a pleno
sol. —¿Y qué hay de bueno?
Y uno responde bostezando: —¡Nada!

¡Ni una sola ilusión inesperada,
que brinde ameno
rato!... Es un sereno
vivir este vivir siempre a plomada.

Porque ¡ay! no surge un acontecimiento
sensacional. Apenas un detalle,
y eso de vez en cuando, en la infinita

placidez lugareña: hoy no hace viento,
y andan únicamente por la calle
cuatro perros detrás de una perrita.



VERSOS A LA LUNA

¡Oh, luna, que hoy te asomas al tejado
de la iglesia, en la calma tropical,
para que te salude un trasnochado
y te ladren los perros de arrabal!

¡Oh, luna!... En tu silencio te has burlado
de todo!... En tu silencio sideral,
viste anoche robar en despoblado
...y el ladrón era un Juez Municipal!...

Mas tú ofreces, viajera saturnina,
con qué elocuencia en los espacios mudos
consuelo al que la vida laceró,

mientras te cantan, en cualquier cantina,
neurasténicos bardos melenudos
y piojosos, que juegan dominó...


Y ERES TRAIDORA...

Nadie remotamente se imagina
tu matinal rubor, ese rubor
disuelto en pinceladas de anilina,
producto de farmacia y tocador.

Deleitas el olfato con tu fina
fragancia, noble y arrogante flor
de papiro. —Sutil treta supina
de gitano prestidigitador.

Pesar que asoma en ti, pesar que vuela
lejos, con la jocunda francachela
de tu risa de hueco cascabel.

Y aunque finges reír con el que llora
penas del corazón, eres traidora
como la cerradura de un hotel.